Lo primero que he de decir es que, por
supuesto, los 20 años han pasado por el grupo, pero no por las personas, porque
estamos...igual...cri
Pero sí, 20 años de In Vitro, 20
años de teatro, emoción, humanidad, compromiso y familia.
Esto de la familia lo sentí en mi
tercer o cuarto año de menear los escenarios con esta gente, en una época en
que mis sentimientos hacia ellos/ellas se repartían entre la rabia y el placer.
Es decir, entre no soportarlos y no aguantarlos, pero que luego nadie dijera
nada malo de ellos, porque entonces me salía la Belén Esteban que llevo dentro y.....ma ta baaaa!!.
Y sí ,familia que deja constancia
eso de “donde hay mata hay patata”. El padre fundador, José Luis, plantó una
semilla que ahí sigue creciendo con mayor
o menor productividad, pero siempre con esa luz que nunca dejará de
brillar. Y ya lo estarás viendo Pepelu de mi corazón, que la continuidad con
Pedro no se ha salido de la senda que nos labraste. Han cambiado las
herramientas, sí, pero no se ha torcido
el camino. ¿Te acuerdas? “Cada actuación tiene que ser como un concierto de
música rock: energía, rabiar, sudar, disfrutar, gritar, corazón....”
Y mañana estrenamos Marat Sade, el
montaje que iba a ser nuestra segunda obra tras ese “Sueño de una Noche de
Verano” que nos parió, pero que al final se descartó... y mañana habrá:
energía, rabiar, sudar, disfrutar, gritar, corazón....y traer tu aprendizaje al
escenario, que de eso, Pedro, se ha encargado muy pero que muy bien.
Y cada año van entrando y saliendo
personas. Las hay que se quedan un tiempo, las hay que pronto se bajan del tren,
y las hay que se quedan para siempre. Aquí hay libertad.
Pero me encanta...me emociona...ver
y aprender de la gente nueva, personas que es la primera vez que se suben a un
escenario, el compromiso, el esfuerzo y la responsabilidad con la que lo hacen.
Y a mí, además, me sirve para recordarme el por qué estoy en el teatro.
Y sigamos.....