domingo, 5 de abril de 2020

LA VENTANA INDISCRETA


            Hoy tengo ganas de escribir.

            Transcurridos más de 20 días de este #yomequedoencasa, parece que me pide el cuerpo soltar.
            Esto lo empecé con muchos nervios, mucho miedo, mucha angustia…pero varios mensajes que recibí en el primer día, repito: el primer día, de “a ver cómo lo llevas tú Chema que ya sabemos que no puedes estar en la casa…” (a añadir junto con “Chema no te pierdes una”, “¿Pero ya te has venido de Lisboa?”, “anda que no has disfrutao ni na”….etc…etc) me llenaron de una mala leche justa, para equilibrar los primeros sentimientos. Sobre todo, cuando veía que esas mismas personas y cuando íbamos por el segundo día de confinamiento, te llenaban los grupos de WhatSapp o las RRSS de: mensajes, declaraciones de intenciones, medidas a adoptar, criticar, vanagloriar…autoayuda on the top….

            ¡Jeeeeeesús! Qué nivel más hard, y vamos nada más que por el segundo día…los las que lo iban a llevar bien, porque yo lo iba a llevar mal, ellosellas no.
Chico, relaja(te). Que no tengo ni idea de cuándo acabará. Pero lo que sí que tengo claro es que, adiós tabloides. De lo verdaderamente importante ya me enteraré..¡¡Seguro!! Y vamos a ir viviendo el día a día, porque no tengo ya cabeza pa más.
            Y en este día a día, maravillosa convivencia con mi Roci, me he ido asentando y encontrandomcon un camino por recorrer. Porque, efectivamente, soy muy nervioso y llevaba hasta el momento un ritmo muy endemoniao. Y mira, me estoy sorprendiendo a mí mismo gratamente.
            Y en este día a día, me he descubierto con una cualidad nueva. Soy un poco James Stewart en La Ventana Indiscreta, gran película de Alfred Hitchcock (he tenido que mirar cómo se escribe). Que por si alguien no sabe de qué va, su breve argumento es: “Un fotógrafo, sentado en una silla de ruedas y con una pierna enyesada, espía a los vecinos gracias a que una de sus ventanas da a un patio interior de un pequeño edificio de grandes ventanas o balcones, lo que hace que todos puedan verse los unos a los otros”

            Y mira tú qué coyuntura más pintiparada, que yo vivo en un edificio exactamente igual. Salvo que yo no tengo prismáticos. Pero los ratos que me salgo al balcón, me da la libertad necesaria y la amplitud de visión justa para poder descansar la mente y los ojos. Y en estas salidas al balcón-terraza, lo quieras o no te vas topando con vecindario que cada uno está a lo suyo. Pero hay un balcón, uno especialmente, que es el que me ha motivado a escribir. Dicho balcón es como el nuestro, un balcón-terraza amplio, que continúa con un salón el cual también puedo ver. Pues bien, en este escenario viven tras chicas. Edad: yo diría que estarán alrededor de los 25. Entre 25 y 30. Por ahí. Y no sé muy bien qué estarán haciendo en sus vidas. Porque, un piso habitado por tres chicas jóvenes, todo da a pensar que no son de aquí, que estarán compartiendo ese piso, y ya pues a lo mejor están estudiando o trabajando…no sabemos.
            Pero lo que sí que sé es lo que veo en el día a día. Que una fuma. Que otra hace mogollón de deporte en el salón. Y que las tres están viviendo esta situación igual que yo, igual que todo ser humano. Y algunas veces hacen el deporte las tres juntas, con la experta en la materia en medio, ahí de disponanta, se salen a desayunar, una toca la guitarra, otro día se pusieron a coser las tres a la vez (me transporté a mi pueblo de cabeza) En una tarde de aplausos a las 20:00 una lloró y otra la abrazó…y yo lloré con ellas. Y me gustó esa sensación de unión. A mí. Que ellas no sabrán ni de mi existencia y de la película que me he creado gracias a ellas.

            Y esto es lo que me lucra y me da oxígeno, la gente buena. La gente que ama y que está para hacer el bien. Y aquí no me caben los que arrrden en el día a día echando más leña al fuego, como sino estuviera la cosa ya calentica…Y prosigo con la gente que me sirve. Las llamadas telefónicas, las videollamadas, que calman muchas ansiedades, el arroz con verduras de mi Roci, la gente que te hace reír y que te hace estar activo, internet, el saber que los míos están bien…y sobre todo, que la pandemia vaya desapareciendo.
            Y no sé qué pasará después. Lo desconozco. No soy experto en la materia. Podría leer lo que dicen expertos en EL País, o en EL Confidencial, o en el ABC, o en el Marca…o en la Telva…o hacer caso del primer amigo o conocido con el que me encuentre y entrar al trapo tanto para creérmelo como para despotricarlo, porque aquí todos sabemos de to (POR FAVOR: Recomiendo ver el vídeo de David Navarro sobre este tema en su Facebook…gloria bendita. Gracias.) o escuchar a los las que tienen una prima que trabaja en no se qué hospital (lo que me trae a la memoria la vez aquella que todo dios tenía una prima que trabajaba en Urgencias el día que Alejandro Sanz fue con un desgarro anal…¿cuántas enfermeras había en ese turno?..¿3589?…y por qué sólo enfermeras, y nadie tenía un primo enfermero…) pero no quiero, no me sirve. Porque es cierto que este parón va a traer consecuencias. Pero decirlo no ayuda a nada. Tenemos que ir elaborando un plan. No toca otra. ¿Y es que acaso no llevamos ya toda una vida de ir elaborando planes? Y ¿nos toca los cojones o los coños? Pues sí, y mucho. Pero el mero hecho ya está. Ya lo tenemos en lo alto. Es inevitable. Así que es tiempo de coger fuerzas, y de reconstruir…¿Otra vez?...¡¡Ooootra vez!!

            Y me despido con una frase que escribió Maruja Torres el día que dio Felipe el hijo de Juan Carlos su discurso: “Llegará un día que cambiarán a la familia real por una familia de lenguados y no nos daremos ni cuenta”….Cómo me hizo reir……BRAVA.

            Siempre vuestro: Chema.

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